La historia del bombero Jorge Israel Mares González se ha convertido en un símbolo de valor y entrega en Nuevo León. Su nombre resonó con fuerza luego del devastador incendio que, hace cinco meses, consumió más de 700 hectáreas en los municipios de García y Santa Catarina. Aquel siniestro no solo puso a prueba la capacidad de reacción de los cuerpos de emergencia, sino que también dejó al descubierto la valentía de hombres como Mares, quien arriesgó su vida para salvar a dos personas atrapadas en una pipa envuelta en llamas.
Gracias a la aplicación de protocolos de seguridad y a actos heroicos como el suyo, no se registraron víctimas mortales en aquella tragedia. Hoy, su hazaña es recordada como una de las más importantes en su trayectoria, y su reconocimiento se da justo en el marco del Día del Bombero, una fecha que enaltece a quienes entregan su vida por proteger a los demás.
El incendio que puso en jaque a García
El 4 de marzo, fuertes rachas de viento avivaron las llamas en diversas zonas de García y Santa Catarina. En cuestión de horas, las llamas se propagaron rápidamente, consumiendo pastizales, afectando viviendas y amenazando a la población. La situación era crítica y los cuerpos de bomberos, junto con brigadistas y voluntarios, trabajaban sin descanso para contener el desastre.
Fue en ese contexto que Mares, acompañado de sus compañeros Ángel Lara y el teniente Jesús Torres, se enfrentó a una de las maniobras más arriesgadas de su carrera. Mientras atendían un derrame químico en un canalón de la avenida Heberto Castillo, escucharon un estruendo. Al disiparse el humo, lo que vieron los dejó en alerta máxima: una pipa había caído en la zona, y dentro de ella dos hombres luchaban desesperadamente por salir.
El peligro era doble: además del fuego, existía la posibilidad de que el vehículo transportara material altamente inflamable, lo que pudo haber ocasionado una tragedia de grandes proporciones.
La maniobra de rescate entre fuego y humo
Jorge Mares recuerda que el momento fue decisivo. Sus compañeros utilizaron chorros de agua pulverizada para abrirle camino entre las llamas, mientras él avanzaba hacia la cabina del vehículo. El humo espeso impedía ver con claridad y el calor hacía imposible que los ocupantes pudieran salir por sus propios medios.
“Con la misma temperatura y el hecho de que estaban asustados, no hubieran podido salir por su propio pie. Gracias a Dios, para nosotros y para ellos, estábamos cerca de donde pasó el accidente y pudimos ayudar”, relató el bombero.
En cuestión de minutos, logró sacar a las dos personas del interior de la pipa. Ambas sobrevivieron, aunque nunca volvió a saber de ellas. Lo cierto es que aquel día, gracias a la decisión y valentía de Mares, tuvieron una segunda oportunidad de vida.
Un héroe con motivos personales
Más allá del uniforme y de las maniobras de alto riesgo, Jorge Mares es un padre de familia que carga con una historia marcada por la pérdida y la resiliencia. Hace tres años enfrentó el fallecimiento de su esposa, Araceli Velázquez, un golpe que transformó por completo su vida. Desde entonces, ha asumido con entereza el doble papel de bombero y padre de dos niñas, de 14 y 3 años, quienes se han convertido en su mayor motor para seguir adelante.
“Es más difícil y complicado, pero te llena de satisfacción saber que ellas te están esperando en la casa con un abrazo y te dicen ‘qué bueno que ya llegaste’. Es muy gratificante”, compartió Mares en entrevista.
Su compromiso con sus hijas lo ha llevado a ser aún más consciente de los riesgos que implica su trabajo. Cada vez que sale a atender una emergencia, lleva presente que debe regresar con bien, porque sus niñas lo necesitan.
Reconocimiento al valor al bombero
Este año, en el marco del Día del Bombero, Jorge Mares será distinguido con la Medalla al Valor otorgada por el cuerpo de Bomberos de Nuevo León, institución en la que ha servido durante siete años. El reconocimiento llega no solo por el rescate en García, sino también por la constancia y entrega que ha demostrado a lo largo de su carrera.
El propio Mares reconoce que el camino no ha sido sencillo, pero asegura que cada sacrificio vale la pena cuando se trata de salvar vidas. Para él, ser bombero no es únicamente una profesión, sino una vocación marcada por la solidaridad y la convicción de que ayudar al prójimo es una de las tareas más nobles que se pueden desempeñar.
