La vacunación en Nuevo León atraviesa una crisis preocupante. A pesar de que la población en la entidad ya rebasa los seis millones de habitantes, el número de dosis aplicadas en 2025 se encuentra muy por debajo de los niveles esperados. Hasta junio de este año apenas se han aplicado 745 mil vacunas, una cifra que representa casi un millón menos que las 1.7 millones reportadas en 2024.
Este retroceso contrasta con el crecimiento poblacional y enciende alarmas en materia de salud pública. Expertos advierten que la disminución en esquemas básicos de inmunización incrementa los riesgos de brotes de enfermedades prevenibles, lo cual podría derivar en un problema sanitario de grandes dimensiones si no se corrige de inmediato.
La situación deja en evidencia la falta de continuidad en las campañas, así como una aparente indiferencia oficial frente a un tema que debería ser prioritario: la protección de la salud de niñas, niños, jóvenes y adultos en todo el estado.
Caída constante en la vacunación
Las estadísticas oficiales muestran con claridad que la vacunación en Nuevo León ha venido cayendo desde 2019, año en que se alcanzó el máximo con 1 millón 964 mil dosis aplicadas. Desde entonces, la tendencia ha sido a la baja. En 2020, con la llegada de la pandemia de Covid-19, la cifra se desplomó un 22 por ciento, quedando en 1 millón 529 mil.
Aunque en 2021 se registró una recuperación con 1 millón 710 mil dosis, al año siguiente la cifra volvió a caer a 1 millón 551 mil. El 2023 marcó el punto más bajo de la década, con apenas 1 millón 414 mil vacunas, incluso menos que las registradas en 2015.
En 2024 parecía que la tendencia mejoraba, al alcanzarse 1.7 millones de aplicaciones, pero en 2025 el panorama volvió a complicarse: al corte de junio solo se habían aplicado 745 mil dosis, con seis meses aún por contabilizar, pero difícilmente alcanzando la meta del año anterior.
Este rezago preocupa aún más cuando se observa que la población de Nuevo León no ha dejado de crecer. El censo del INEGI mostró que entre 2015 y 2020 la entidad pasó de 5.1 a 5.7 millones de habitantes, y actualmente se calcula que ya supera los 6 millones. Es decir, cada vez hay más personas que necesitan esquemas completos de inmunización, pero el número de vacunas aplicadas no sigue esa lógica.
Riesgos de un retroceso sanitario
La reducción en la vacunación no es un dato menor ni una simple estadística. Se trata de un factor que puede marcar la diferencia entre una población protegida y otra expuesta a enfermedades que ya se consideraban bajo control.
Las campañas de inmunización han sido clave en la historia de la salud pública mexicana para contener brotes de sarampión, rubéola, paperas, poliomielitis o hepatitis. El hecho de que las dosis aplicadas disminuyan mientras la población crece es un riesgo evidente de que resurjan estas enfermedades, sobre todo en comunidades con mayor rezago.
Los especialistas advierten que cuando la cobertura de vacunación baja de los niveles recomendados por la Organización Mundial de la Salud, se abre la puerta a rebrotes que pueden convertirse en epidemias. Y en el caso de Nuevo León, los números actuales muestran que la cobertura está lejos de lo ideal.
Además, la caída en la aplicación de biológicos afecta directamente a niñas y niños en edad escolar, quienes requieren vacunas para acceder a la educación, y a adultos que necesitan protección frente a virus como el papiloma humano. El impacto de este rezago puede reflejarse no solo en la salud, sino también en la dinámica social y educativa de la entidad.
¡Alerta en Nuevo León! 🚨 Pese a superar los 6 millones de habitantes, las vacunas aplicadas han caído: en 2025 van 745 mil dosis, casi un millón menos que en 2024. Expertos señalan riesgos de brotes.
— Justicia Regia (@Justicia_Regia) August 27, 2025
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La responsabilidad del Estado
La Secretaría de Salud del Estado es la responsable de coordinar las campañas de vacunación, garantizar el abasto de biológicos y organizar brigadas en colonias, escuelas y comunidades rurales. Sin embargo, las cifras muestran que algo no está funcionando.
Mientras que en el discurso oficial se presume el fortalecimiento de los servicios de salud, los números reflejan lo contrario: un debilitamiento en uno de los programas más esenciales. La caída en la vacunación deja en entredicho la planeación, la logística y, sobre todo, el compromiso del gobierno estatal con la salud pública.
En paralelo, colectivos ciudadanos han señalado que las campañas de difusión son cada vez más limitadas, lo que reduce la asistencia de las familias a los módulos. También se ha denunciado la falta de coordinación entre autoridades estatales y municipales, lo que provoca que en algunas colonias simplemente no lleguen las brigadas.
Para muchos ciudadanos, la situación es incomprensible: se pagan impuestos y se destina presupuesto, pero al final los servicios esenciales no se cumplen de manera eficiente.
Contraste con brigadas del IMSS
El rezago estatal contrasta con los esfuerzos aislados de otras instituciones. Apenas el pasado 3 de agosto, personal del IMSS Nuevo León realizó una brigada médica en San Antonio de la Osamenta, una comunidad aislada de la Sierra Madre Oriental.
Con grandes dificultades para acceder al lugar, médicos y enfermeras aplicaron vacunas, entregaron sueros y desparasitantes, y ofrecieron consultas generales. Este tipo de acciones evidencian lo que debería ser una política estatal sostenida: garantizar que ninguna comunidad se quede sin atención médica básica.
El contraste es evidente: mientras las cifras de vacunación estatal caen, el IMSS busca llegar hasta las comunidades más apartadas. La diferencia radica en la visión de priorizar la salud por encima de las complicaciones logísticas o administrativas.
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